La Biblia (del latín tardío biblĭa, y éste del griego βιβλία [biblía]; literalmente ‘libros’)1 es un conjunto de libros canónicos que en el cristianismo y en otras religiones se consideran producto de inspiración divina y un reflejo o registro de la relación entre dios y la humanidad.
No, esta no es una reflexión o discurso religioso, ni una invitación para formar parte de algún culto privado o club de Toby, te lo prometo ;).
Igual que con este histórico libro y sus adeptos, lectores o fanáticos que, dicho sea de paso (con todo respeto), como el sánscrito, el latín o el griego, va encaminado, te guste o no a su extinción; los medios de comunicación están en un proceso de canibalización pues como ya hemos mencionado, la atención es la nueva moneda de cambio = quien tiene la información, tiene el poder. De ahí querer ser el primero en decir las cosas ya sean verídicas o no, ¿a quién le importa? por el insaciable hambre de visitas a los sitios web, seguidores y likes, porque mientras controles el medio, controlarás la narrativa.
Los grandes grupos mediáticos dependen cada vez menos de la publicidad institucional –poder político– de la financiación directa o indirecta de la banca –poder económico– y se están apalancando cada vez con más fuerza en un modelo de suscripciones para mantenerse vivos. El grupo de fieles seguidores, o amantes de una línea editorial específica, si no designan un presupuesto mensual para seguir consumiendo lo que a ellos les gusta, están dispuestos a darles su alma… Su follow, su e-mail y datos personales -el nuevo petróleo- con tal de tener acceso a los contenidos. Sí, igual que con la biblia, que aunque esté ahí, arrinconada, alguien en algún momento tuvo que pagar por ella.
Considerando que los canales o medios de comunicación son cada vez más independientes, objetivos y apegados a la verdad (entre comillas), tener injerencia en alguno de ellos para controlar de una manera sutil o no, su mensaje y línea editorial tiene mucho sentido cuando el timón del barco quiere ser movido intencionalmente hacia algún punto cardinal.
Para no hacer larga y aburrida la historia, ya te la sabes: Mark Zuckerberg – Meta, Jeff Bezos – Washington Post, Donald Trump – Truth Social, Carlos Slim – The New York Times y finalmente Elon Musk con X.
Hace un par de días leía en UNILAD sobre la abrupta caída de valor que ha tenido la plataforma X: un 71.5% menos de lo que la compró su hoy dueño con aires de “standupero” en 2022 por 42.000 millones de dólares, y pues si eres más o menos bueno para ponerle números a la calculadora, haz cuentas.
Elon Musk que a mi modo de ver vive adelantado a nuestra época, parece importarle poco el acelerado crecimiento negativo de la valuación de su red social de casi 600 millones de usuarios a nivel global. Un número que ni siquiera los seis supergigantes de la comunicación tradicional llega a soñar con sus suscriptores de paga, quizá -y no tengo datos de ello- ni siquiera con el números de registrados.
¡Ojo con esto! Hasta hoy, tal vez X no sea el medio de comunicación con mayor número de usuarios, pero sí es en definitiva, el medio a nivel global con mayor relevancia, de donde incluso hasta los medios de toda la vida, en la mayoría de los casos, se fían para validar la información que van a presentar o imprimir al siguiente día y también hasta donde los mandatarios o líderes mundiales de gran parte de los países sin restricción de la red, la usan oficialmente para dar órdenes o declaratorias de guerra.
Entonces, ¿le preocuparán + ó – 30.000 Millones de dólares de pérdida a una persona que controla la narrativa del mundo?¿Te has preguntado por qué Tesla o SpaceX NO contratan publicidad?¿Realmente la necesitan cuando su fundador es dueño de la conversación detonada en el medio de comunicación más importante sobre la faz de la tierra?
Ahí tienen su biblia, itinerante en definitiva porque en algún momento no muy lejano, evolucionará en algoritmo omnisciente. Como con la biblia, esa inspiración divina reflejo del registro entre “dios” y la humanidad es la que te motiva, o a soñar que cada quien es el dueño de su propia narrativa o a tener el criterio de seguir una tribu con la que te sientas más identificado.